El
Mejor Procesalista Penal.
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¿Qué ocurre cuando no
comparece al acto del juicio el Abogado de la otra parte o la propia parte?;
¿Qué puedes hacer cuando no comparece un testigo vital para tu defensa?; ¿Sabes
en qué consiste la incomunicación del testigo?; ¿Sabías que puedes pedir al
juez que la parte contraria salga de la sala mientras declara la otra parte?;
¿Sabes cómo impugnar las preguntas al testigo y cuáles son las causas que
fundamentan dicha impugnación?; ¿Sabes cuándo protestar para preservar tus
derechos en segunda instancia? ¿Qué haces cuando la otra parte renuncia a una
prueba en el acto del juicio? ¿Sabes cómo deben responder los testigos a las
preguntas o como preguntar al testigo a través del juez cuando ha concluido tu
turno?; ¿Sabes plantear un careo entre testigos o entre testigos y una parte?
¿Has dudado en la respuesta a alguna de estas preguntas? Si es
así, debes concienciarte de la necesidad de dominar los aspectos procesales del
juicio, es decir, las normas que regulan el funcionamiento y práctica de los
actos que se producen en las diversas fases del mismo. Y cuando hablo de
dominar, me refiero a un control absoluto y pormenorizado de dichas reglas.
Me explico; el abogado litigante tiene que disponer de una
capacidad técnica, es decir, de un conocimiento profundo del derecho (ley,
doctrina y jurisprudencia) que va a aplicarse al caso. Sin embargo, ello no es
suficiente para intervenir profesionalmente en el acto del juicio, pues para
ello es fundamental que dominemos las reglas procesales que van a tener
incidencia en el mismo (comparecencias, interrogatorios, periciales,
impugnaciones, recursos, protestas y un largo etcétera) De hecho, una
deficiente preparación procesal puede suponer tanto la merma de oportunidades
de defensa como intervenciones poco afortunadas que motiven llamadas de
atención por el juez y la consiguiente pérdida de concentración (cuantas veces
hemos presenciado como un abogado realizaba preguntas de forma incorrecta y el
juez le interrumpía continuamente hasta que, desmoralizado, el letrado abandonó
el interrogatorio)
Si se me permite el símil, imaginemos a un futbolista o un
árbitro, ambos con unas extraordinarias dotes técnicas y físicas que, bien por
escasa práctica o por falta de atención, desconocen las reglas de juego al
dedillo. En el primer caso el jugador perjudicará a su equipo con decisiones
contrarias al reglamento e incluso correrá el riesgo de ser expulsado. En el
segundo, el control del partido se perderá, sin perjuicio de la adopción de decisiones
injustas que desvirtuarán la competición. Por lo tanto, en el desarrollo de
toda actividad profesional, y más en situaciones en las que hay en juego
intereses contradictorios, es esencial no solo que las reglas estén claras,
sino que quienes intervienen dominen a la perfección las mismas para actuar
obteniendo el máximo partido de las mismas sin vulnerarlas.
En mi caso, reconozco que soy el primero consciente de mi
necesidad de conocer más a fondo las reglas procesales; de hecho, siempre que
voy a un juicio repaso antes concienzudamente las normas procesales de interés
que pueden salir a relucir en el acto judicial, y curiosamente, siempre
encuentro algo muy interesante que, o bien desconocía o no le había prestado
suficiente atención, lo cual me da seguridad y tranquilidad para afrontar lo
que viene. Para cerrar el círculo, siempre llevó el texto de la ley procesal al
juicio.
Por lo tanto, aunque parezca obvio, el abogado litigante debe
ocuparse y preocuparse de dominar de forma absoluta las reglas procesales que
lo van a acompañar durante el desarrollo del juicio, conocimiento que
constituirá un eficaz aliado para la mejor defensa del interés de su cliente y
de su propio crecimiento profesional, pues el abogado no solamente ganará en
solvencia a la hora de dicha defensa, sino que lo hará en confianza y
seguridad, es decir, en autoestima profesional, lo que será de inapreciable
ayuda para lidiar con los imprevistos y con el temor escénico que, de alguna
forma, todos sufrimos cuando toca ponerse la toga.
Para concluir, unas recomendaciones al respecto:
- Es esencial realizar bien en el propio despacho
como en el exterior formación sobre cuestiones procesales, ya que la tendencia
existente es a centrarnos en los aspectos técnico-jurídicos y olvidar estas
cuestiones de tanta importancia.
- Aprovechar la próxima asistencia a un juicio para
refrescar en detalle todo lo relativo a las normas procesales que podrán tener
incidencia en el caso.
- Tener siempre las normas procesales muy a mano y,
por supuesto, llevarlas en el maletín cuando nos dirijamos al juzgado.
- Estar muy atentos a las reformas procesales,
asimilándolas de forma inmediata.
En definitiva, el abogado litigante debe ser el mejor
procesalista.
Con el aporte del Dr. Oscar León
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